Del Sendero al Oleaje
disuelvo
lágrimas marinas.
Entretejo tu silencio
simplemente como vertiente.
Mi cuerpo
ya no es mío
sino tuyo y
de la piedad.
La arena dormirá
posada
en la faz de la piel
pincelando huellas
donde tuve lagunas penas.
A veces ha predestinado
nuestro encuentro al asecho,
andando en un cántico errante
sobre la piel de las rocas.
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