Corre un sueño vago
en el murmullo de la noche taciturna
Las gotas diluyen
a los cocuyos ennoblecidos
La pradera es un camino
no recorrido
por la ira y el oprobio.
Venimos de la palabra y a la luz vamos
transmutando sombras
más allá de los tiempos
y los espacios.
El piedemonte enrojece los ojos de mi amada
Imploro al canto de un pájaro
dentro del pozo de mi alma
en sed.
Paseo por las horas muertas
que me arroja un reloj desgastado
Segando
la melancólica voz escarpada
de una abeja en el muro.
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